Sea por este invierno o por este año vagamundo,
las calles frías de los gatos madrileños
echan leña a mi lumbre deslumbrada por Roma,
y dan cuerda hogareña a mis recuerdos.
Sea por melancolía o por impulso,
la nieve escampa en la acera de mi manta.
Y caigo de pie como de costumbre,
aunque no me acostumbre a estar de paso por mi casa.
Sea este u oeste despistado,
este centro es mi norte.
Con paso ligero y recortado,
he vuelto a la Corte.
La vida me cabe en un mapa
de paisajes desafinados.
la gata sonríe por nada,
y (acaso) en casa tiene el corazón a salvo.